La obesidad es un aviso de que no lo estamos haciendo nada bien
Tener unos cuantos kilos de más nos hace sentir menos atractivos y merma nuestra autoestima en la mayoría de los casos. Todos sabemos, que cada kilo de más nos restará salud en el futuro y nos acerca más a padecer enfermedades tan mortales como las del corazón, diabetes, cánceres, etc.
Ya sea por querer ser más guapos, o por querer ser más sanos, tarde o temprano la mayoría de las personas con sobrepeso quieren adelgazar. Pero esto no es una tarea fácil. De hecho el mercado está repleto de productos milagrosos que prometen quemar esas grasas sin ningún esfuerzo por nuestra parte y hay grandes industrias que ganan mucho dinero con nuestra ingenuidad. Porque todas estas pastillas, jarabes y brebajes solamente benefician a los que los producen y venden.
Después están todas estas dietas de moda que nos venden en revistas y libros bestseller. Si somos capaces de seguir una de estas dietas durante un tiempo aveces conseguimos perder unos kilos, pero la gran sorpresa viene unas semanas después, cuando volvemos a la vida normal y de repente la báscula nos dice que hemos engordado aún más que antes. Resulta que es imposible vivir de dieta durante toda una vida y además no hace ningún sentido.
Lo más triste es cuando después de tantos fracasos con dietas y demás brebajes, la gente cae en médicos que les quitan con operaciones esos kilos demás o incluso les mutilan los estómagos, para que coman menos. Todo esto sin descubrir el origen de estos kilos demás.
¿Por que engordamos?
Para responder a esta pregunta primero debemos analizar de que nos alimentamos. La gran mayoría de la población española se alimenta básicamente de pan, bollería, charcutería, carne, productos lácteos, patatas fritas, refrescos azucarados con azucares o edulcorantes artificiales, comidas prefabricadas, procesadas, listas a calentar en un microondas. Es decir, que la mayoría de los españoles, ya empiezan desde niños su día con galletas bañadas en Nesquick , seguido con un bocadillo de pan blanco con chorizo, una cajita de zumo y unas galletas en el recreo del colegio, para luego almorzar un plato de carne o pescado adornado con patatas fritas, pasta blanca o arroz blanco, más bollería por la tarde y quizás una tortilla de patatas con pan blanco, ketchup y mayonesa para la cenaba junto con unos cuantos vasos de Coca-Cola o zumo de manzana. De adultos, por la mañana el Nesquick se convierte en café con leche y azúcar, y algunos de los vasos de refrescos se cambian por vino y cerveza. Las visitas a restaurantes de comida rápida se alternan con comidas rápidas compradas en un supermercado y calentadas en un microondas. Pocas veces nos tomamos el tiempo de cocinar una comida auténtica, casera con solo productos frescos. El pan que nos venden, aunque lo llamen integral y tenga un color un poco más oscuro, está elaborado a partir de harinas altamente refinadas, llenas de aditivos y completamente desprovistos de sus partes llenas de vitaminas y encimas necesarias para su correcto metabolismo. Se puede afirmar, que el 90 % de lo que comemos la mayoría de nosotros cada día, nisiquiera se debería denominar alimento. Simplemente son cosas comestibles que nos llenan los estómagos y nos nublan la mente.
La falta de nutrientes vitales
No quiero entrar en complicadas explicaciones de como funciona la química en nuestro interior a partir del momento que nos tragamos un alimento o sustancia comestible. Pero si quiero explicar una palabra muy importante: El metabolismo. En nuestro cuerpo hay dos grandes sistemas para digerir la comida. Una es todo el aparato digestivo (boca-estómago-intestino delgado-intestino grueso- páncreas- etc.) y el otro es nuestro metabolismo intercelular. Una vez que nuestro aparato digestivo haya hecho su trabajo y los resultados pasan a travez de las paredes del intestino a nuestra sangre, y de allí al hígado para luego ser distribuidos a todas las células del cuerpo, es cuando realmente empieza un proceso maravilloso y milagroso que permite que las células de nuestro cuerpo hagan su trabajo. Si partimos de la idea, de que cada una de éstas células son pequeños seres vivos, que igual que nosotros -los bichos grandes llamados mamíferos- necesitan nutrientes y energía para poder vivir y luego deshacerse de los restos que no necesitan, para no afiliarse en su propia «mierda», podemos entender que al estar aisladas dentro de nosotros, dependen totalmente de nosotros. Es decir, que el buen funcionamiento de nuestras células depende de los nutrientes que pueden pillar del flujo de sangre que les rodea y de la eficacia de los camiones de basura que ponemos a su disposición. ¿Y quién es el responsable de que haya nutrientes buenos y camiones de basura efectivos en la sangre? El único responsable somos nosotros mismos con las decisiones que tomamos cada vez que metemos algo por nuestra boca.
Los nutrientes vitales son las sustancias que nuestras células necesitan para funcionar de manera correcta. Son las vitaminas, los oligoelementos, fermentos (encimas), los minerales, los ácidos grasos instaurados, las sustancias aromáticas y las fibras. Estas solo se encuentran en las concentraciones y relaciones correctas para nuestro organismo en los alimentos de origen vegetal en su forma integral y cruda. Y aquí está nuestro problema: al alimentarnos básicamente de alimentos procesados y alimentos de origen animal, no comemos suficientes alimentos vegetales crudos, lo que nos lleva a una carencia severa y prolongada en el tiempo de estas sustancias vitales.
No engordamos porque nuestra madre o padre están gordos. Engordamos porque adquirimos los mismos hábitos de alimentación que nos han enseñado nuestros padres.
Hay personas que tienen un esqueleto más pesado que otros, pero el tener kilos de más no es una cosa que se hereda. Lo que ocurre es que si nuestros padres son obesos, lo son porque comen mal y a nosotros nos alimentan con lo mismo.
Primero viene el estreñimiento, luego los kilos y la obesidad. Y luego todas las demás enfermedades.
El estreñimiento no es un problema insignificante que se soluciona con pastillas o supositorios. El estreñimiento es una señal que nos manda nuestro cuerpo para pedirnos auxilio, para decirnos, que nos estamos portando tan mal con él, que con el paso del tiempo iremos acumulando un a enfermedad desagradable detrás de otra. Hablaré del estreñimiento en otra entrada más adelante. Si padeces de estreñimiento, es el momento de reflexionar y actuar. Si no lo haces, irás sumando kilos, diabetes, alguna enfermedad del corazón, hipertensión, aumentarás considerablemente tu probabilidad de padecer algún tipo de cáncer, de dolencias reumáticas o del esqueleto. Tus células se verán bañadas por sustancias nocivas en vez de buenos nutrientes. Tu sistema de retirada de basura interno se colapsará. Y tu metabolismo intracelular se desequilibrará de tal manera, que acumularás kilos en forma de depósitos de grasa muy difíciles de quitar. Aquí es dónde empieza la obesidad.
La única forma de eliminar esos depósitos de grasa es aumentar la ingesta de sustancias vitales y reducir al máximo o los alimentos superfluos y malsanos
Tu alimentación diaria se tiene que basar en estos tres pilares:
- Comer al menos 3 veces al día alimentos vegetales poco o nada procesados, como la verdura, las frutas, hortalizas, legumbres, semillas (lino, chía, semillas de calabaza, etc) y frutos secos (nueces, almendras, avellanas, etc). Mínimo 1/3 parte del aporte de verduras y frutas debe de ser en forma cruda.
- Comer todos los días al menos una ración de cereales integrales (es decir, arroz y cereales completos, pan y pasta integral hechos de cereal integral entero y recién molido).
- Comer todos los días grasas naturales en forma de aceite de oliva extraviasen prensado en frío, mantequilla de calidad, nata fresca ecológica. Este aporte de grasas es esencial en el tratamiento de la obesidad para mejorar el metabolismo intracelular.
Olvídate de contar calorías. Puedes comer las cantidades que quieras de estos alimentos, siempre y cuando cumplas con las siguientes reglas:
- Reducir al mínimo el consumo de alimentos de origen animal, es decir, toda carne, pescado, charcutería, huevos, leche, queso, yoghurt. Solo está permitido la nata fresca y la mantequilla por su alto contenido de vitaminas solubles en grasa.
- No beber refrescos con azúcares o edulcorantes. No beber zumos, ni siquiera los recién esprimidos.
- Dejar de lado toda comida procesada. Toda comida que está metida en un bote, cristal o lata, ha pasado por una fábrica. le han quitado sus nutrientes vitales y han añadido un montón de cosas nada buenas para el ser humano. El pan y la bollería son conservas de harina refinada. Si te gusta comer pan, aprende a hacértelo tu mismo. Solo necesitas un molino de cereales, un horno y un poco de amor por tí mismo.
¿Puedo perder kilos sin reducir calorías y sin pasar hambre?
Cambiando tus hábitos de alimentación hacia una alimentación basada en vegetales no es una de esas dietas milagro. Es la forma de vida que todos deberíamos adoptar ya mucho antes de padecer de alguna enfermedad o kilos de más. El camino hacia esta forma de vida no se realiza del día a la mañana, y consecuentemente no vas a perder 10 kilos en un mes. Lo que va a ocurrir, es que conforme vas realizando el cambio, te vas a sentir más feliz, más ágil, más vivo, y de repente empezaras a perder kilos, poco a poco. Tus valores de sangre de azúcar, colesterol, etc van a ir mejorando tanto, que con el tiempo tu médico te va a reducir los medicamentos para bajar la hipertensión, el azúcar y el colesterol. Tus migrañas van a desaparecer.
Todo esto y mucho más ocurrirá sin que tengas que pasar hambre ni andar por allí con unas listas de calorías. Al poco tiempo, el tipo de comida que te estoy proponiendo te va a saber a gloria y una hamburguesa de las del los restaurantes rápidos te va a saber a cartón. Y no te habrás gastado ni un euro en suplementos, medicamentos, operaciones, etc. De hecho te aconsejo de huir de todo nutricionista o médico que te quiera vender algo que cuesta dinero. La naturaleza ya se ha inventado todo lo que necesitamos. Lo hemos olvidado en los últimos 180 años. Pero la naturaleza sigue allí. Solo tenemos que volver a ella y en vez de ir al supermercado a comprar comida basura, volver a las fruterías del bario y abastecernos de la maravillosa verdura, fruta y legumbres que los campesinos producen a nuestro alrededor en cada temporada del año.